Superchunk

THE QUESTION IS HOW FAST.

Texto: David Moreu

En un mundo donde todo se mueve a la velocidad de la luz y la música apenas tiene tiempo de florecer después del lanzamiento de los discos, es de agradecer que aún existan bandas tan apasionantes (y comprometidas) como Superchunk. Con más de dos décadas de carrera a sus espaldas, se han consolidado como un nombre fundamental de la escena alternativa y siguen siendo los máximos abanderados de la escena noise que puso patas arriba el circo del rock desde el pequeño pueblo de Chapel Hill (Carolina del Norte) a finales de la década de los 80. Como en las grandes historias, este grupo ha sobrevivido a modas, a tensiones internas, a giras mundiales y al agotamiento de una fórmula sonora que ellos mismos inventaron. Pero estas anécdotas a pie de página solamente han engrandecido su leyenda y siempre hemos tenido la seguridad de que, tarde o temprano, Superchunk volvería con nuevos temas bajo el brazo. Después de nueve años en el congelador, Mac McCaughan rescató a la banda del limbo en el que se encontraba y sorprendieron al mundo con el álbum “Majesty Shredding” (2010). Ahora regresan por todo lo alto con una nueva entrega discográfica, que demuestra que la veteranía es un grado en esta profesión tan bohemia. Hemos hablado con Mac justo antes de un ensayo de la gira norteamericana y hemos descubierto los secretos de “I Hate Music” (2013), de su pasión por Barcelona y de sus inicios a ritmo de “Slack Motherfucker«. Una entrevista breve y frenética, como sus mejores álbumes.

Empecemos hablando de vuestro nuevo álbum editado por Merge Records y que responde al enigmático título de “I Hate Music”. ¿Se trata de una declaración de principios de la banda ahora que habéis regresado por todo lo alto?
Supongo que sí. Cuando dejamos de hacer discos después del “Here’s To Shutting Up” en 2001, no nos odiábamos ni nada parecido (bueno, puede que un poco sí), simplemente estábamos quemados del ciclo interminable de grabar y de salir de gira. Pero cuando editamos “Majesty Shredding” hace tres años, reflexionamos sobre todo lo que añorábamos de tocar con Superchunk y qué cosas creíamos que eran realmente divertidas de la banda. Así que fue una especie de proceso que nos ha traído de vuelta. El título del nuevo disco es enigmático y espero que también resulte divertido porque, obviamente, no es verdad… aunque, bueno, a veces sí que puede serlo.

Cada grupo evoluciona y tiene sus propias dinámicas internas, supongo que este es el motivo de que hayas vuelto a tomar las riendas de la composición de los temas después de varios años de trabajo en equipo…
En los años 90 componíamos las canciones como un grupo. Ensayábamos y escribíamos durante horas, cada semana, hasta que terminábamos un nuevo disco. Pero ningún miembro de la banda quería seguir trabajando de ese modo, sobre todo porque ya no tienen tiempo para esta dedicación completa. Así que yo empecé a componer temas pensando específicamente en Superchunk, con la idea de tocarlos cuando nos encontráramos. Cada uno sigue aportando ideas, aunque no es una colaboración desde la base como hicimos entre 1993 y 2001. En este sentido, ahora volvemos a trabajar como en los dos primeros álbumes, con la diferencia de que podemos mandarnos las demos por mail.

Hace años grabasteis un tema titulado “The Length of Las Ramblas” y en el nuevo disco incluís una canción que se llama “Trees of Barcelona”. ¿Por qué te genera tanta fascinación esta ciudad?
Bueno, tú eres de allí, así que no creo que te descubra nada nuevo si te digo que es una de las mejores ciudades del mundo, además de ser un lugar fascinante. Incluso te gusta más si no vives allí. La primera vez que la visité fue en 1987, cuando viajaba por mi cuenta, y entonces aproveché para pasear y ver los edificios de Gaudí. Después empezamos a salir de gira y nos divertimos mucho con los conciertos de Barcelona. Una vez se nos estropeó la furgoneta a las afueras de la ciudad y tuvimos que quedarnos una semana, pero no estuvo nada mal. Sentimos que es un lugar mágico, tanto si tocamos en el Primavera como si salimos a tomar algo. También he pasado mucho allí tiempo con mi familia y amigos, sobre todo disfrutando la comida. Nunca deja de sorprenderme.

Si viajamos en el tiempo hacia los inicios de vuestra carrera, ¿qué recuerdos tienes de la escena de Chapel Hill de la década de los 80 y 90? Siempre se dice que había una gran amistad entre las bandas…
Muchos de nosotros éramos amigos y trabajábamos juntos en el Kinkos, en la pizzería o en la tienda de discos. Chapel Hill es un pueblo pequeño y es fácil cruzarse con la gente en los mismos sitios, así que siempre coincidíamos en las fiestas y en los conciertos. En los años 80 tocábamos en conciertos locales con bandas como Egg, Angels of Epistemology y Wwax, pero a medida que la década de los 90 fue avanzando, fuimos perdiendo el contacto porque todos estábamos de gira. En aquella época aún compartimos muchas horas de carretera con Polvo y Erectus Monotone.

Después de dos décadas en el circo de la música y de haber creado un sello tan exitoso como Merge Records, ¿te arrepientes de alguna decisión que hayas tomado?
Estamos tan ocupados tratando de seguir el ritmo de los artistas tan prolíficos con los que trabajamos en Merge, que no hay tiempo para lamentaciones.

Uno de los álbumes más emblemáticos de Superchunk es “No Pocky for Kitty”, que fue producido por Steve Albini en 1991. ¿Buscabais un sonido concreto cuando contactasteis con él?
A mediados de los años 80, éramos grandes seguidores de sus bandas, sobre todo de Big Black. También nos gustaban otros discos que había producido, como el primero de Slint, el “Daisychain Reaction” de Poster Children y el “Surfer Rosa” de The Pixies, porque todos tenían un sonido increíble. Sabíamos que él se encontraba cómodo trabajando deprisa, algo que era importante porque a nosotros nos gusta trabajar de ese modo y tampoco teníamos un gran presupuesto para el álbum. Fue genial colaborar con Steve y, cuando estamos en el estudio hoy en día, todavía recuerdo aquellos momentos juntos. Él fue la primera persona con la que trabajamos que tenía un punto de vista real sobre todos los aspectos del proceso de grabación.

Aunque Superchunk siempre ha defendido los ideales DIY del punk, vuestras letras acostumbran a ser más pasionales y optimistas, con ciertas atmósferas pop. ¿Os sentíais muy lejos de otras bandas de los 90 como Mudhoney o Jon Spencer Blues Explosion?
No sé muy bien cómo debían sentirse esos grupos que nombras, pero creo que si realmente compartíamos algo era el sentimiento de diversión al tocar rock n’ roll. Es cierto que todos teníamos una vertiente muy punk y esa energía siempre acababa saliendo de algún modo en la música. Aunque, si hablamos del proceso de composición, estoy de acuerdo en que nuestras canciones se acercaban más al espíritu del pop que las de muchas otras bandas. Pero eran gente increíble y me siento afortunado de que nuestra primera gira por Europa fuera con Mudhoney.

En 2002 grabasteis en directo la banda sonora de una película japonesa de culto titulada “A Page of Madness”, durante una proyección especial en San Francisco. ¿Cómo surgió ese proyecto tan ambicioso?
El San Francisco International Film Festival es uno de los mejores del mundo y tuvimos el honor de que nos invitaran. Seguramente aceptamos antes de saber en qué nos estábamos metiendo, pero siempre he estado interesado en grabar bandas sonoras de películas y la idea de hacerlo en directo era muy excitante. Recuerdo que ensayamos mucho y tuvimos que componer una hora de música nueva, completamente instrumental. Aunque tocamos con una formación poco habitual: Laura al bajo, Ash Bowie en las percusiones, Chuck Johnson con el ordenador portátil lanzando loops de batería de Jon, puesto que él no podía estar con nosotros en el escenario, y yo mismo con la guitarra. Se trata de un filme muy loco rodado en 1926 y creo esa fue una de las actuaciones más satisfactorias que hemos ofrecido como banda.

Por curiosidad, ¿te sorprende que, después de tanto tiempo, la gente aún considere “Slack Motherfucker» como una canción de culto?
Yo no la veo como un tema de culto, sino como la primera canción que hicimos y que realmente llegó a la gente gracias a que fue un single y recibió mucha atención mediática. Creo que la energía de “Slack Motherfucker» es algo que seguimos intentando generar actualmente… esa combinación de noise con un tema pop era lo que buscábamos entonces y seguimos persiguiéndolo hoy en día. Creo que las canciones que compusimos después de esa fueron más interesantes, pero todavía disfruto mucho tocándola en directo. Es muy divertido.

Hace unos años grabasteis una versión del tema «Say My Name» de Destiny’s Child para un recopilatorio. ¿Cómo ves la escena musical actual? ¿Te gustaría colaborar con una diva como Beyoncé?
Por supuesto. Beyoncé, si alguna vez lees esta entrevista, no dudes en buscarnos para grabar algo o tocar juntos. Yo era un gran seguidor de las Destiny’s Child, siempre escuchaba sus canciones en una emisora de radio llamada 102 JAMS y no lo considero un placer culpable porque no me arrepiento de que me gusten. Son grandes cantantes y las canciones son maravillosas. Pero el otro día sintonicé una emisora del Top 40 y fue brutal, porque la producción y el sonido de los sintetizadores era el mismo en todas las canciones. Se me hacía muy difícil escucharlas. Estoy convencido de que hay artistas mainstream que escriben grandes temas, pero no estoy tan seguro de que esos sean los que suenan en la radio.

Habiendo compuesto un tema como «Learned to Surf«, no quería terminar la entrevista sin preguntarte por tu afición a las olas…
En la década de los 70, cuando era un crío, el surf y el skate eran muy populares, sobre todo en Florida donde vivía con mi familia. No fue hasta que cumplí 13 años que nos mudamos a Carolina del Norte. Sí que aprendí a hacer surf, pero debo reconocer que no soy demasiado bueno, aunque me encanta la playa y crecí practicando body surfing. No me decidí realmente a coger olas hasta hace unos 10 años y creo que todavía necesito entrenar un poco más.