Kyle Field

SOÑANDO A VIVA VOZ.

Texto: David Moreu  //  Foto cabecera: C.S. Jones

¿Quién es Kyle Field? Para todos aquellos que aún no lo conocen y vean las fotos que ilustran esta entrevista, es muy probable que lo clasifiquen como un personaje misterioso, que habitualmente se esconde detrás de una frondosa barba y que compone canciones sobre viajes metafísicos. Aunque, para todos los fans de su música y de sus ilustraciones, se trata de un artista de culto que ha hecho añicos las normas del “mainstream” y ha logrado crear un estilo de expresión único. Igual que en las grandes historias, la vida de este rebelde del arte es un periplo personal y geográfico, con una banda sonora compuesta en la carretera y una gran pasión por el surf. Sé que es imposible conocer a alguien tan fascinante como Kyle Field a través de una simple entrevista, pero si después de leer sus declaraciones decides escuchar su música, puede que haya conseguido cambiarte la vida. O, como mínimo, despertarte una sonrisa.

Empezaremos con una pregunta sobre viajes iniciáticos. Naciste en el profundo sur de los Estados Unidos y te trasladaste a California con tu familia cuando eras muy joven. ¿Supuso un gran contraste ese cambio geográfico?
Realmente fue un cambio enorme. Nosotros vivíamos en el campo, en Mississippi, y entonces, cuando tenía cinco años, nos trasladamos a un barrio residencial en el sur de California. Yo tenía un acento sureño muy marcado y allí parecía como si nadie hubiera escuchado nunca un acento como el mío. No sabían cómo tratarme. Poco a poco fui cambiando mi manera de hablar, pero me llevó un tiempo adaptarme a aquel sitio.

Tengo entendido que tu padre era entrenador de un equipo de fútbol americano. ¿Nunca tuviste tentaciones de practicar ese deporte?
¡Sí, por supuesto! Siempre mirábamos los partidos, teníamos nuestros jugadores favoritos y, por Navidad, me regalaban cosas relacionadas con el fútbol, como uniformes, cascos o sudaderas. Tuve una infancia muy emocionante y viví de cerca la intensidad de los partidos. Recuerdo estar en el vestuario antes de que empezaran a jugar y todo estaba en silencio, con aquellos jugadores enormes escuchando las instrucciones a través de “walkmans” y preparándose para salir al campo a ganar.

Pero cuando llegaste a California descubriste el mundo del surf. ¿Sigues cogiendo olas habitualmente? ¿Qué significa esta cultura para ti?
A nivel personal, significa muchas cosas. Es mi deporte favorito y, además, está vinculado a una cultura muy rica, que puede ir desde simples pegatinas de colores o las zapatillas que usas, hasta todo lo que te rodea.

La primera banda que formaste se llamaba Rodríguez y alcanzasteis un estatus de culto. ¿Qué recuerdas de aquellos días tocando y grabando junto a Matt Ward?
Fue una época muy especial en la que estaba muy influenciado por The Minuteman y Firehorse. Éramos un trío y hacíamos canciones con partes muy intrincadas. Entonces fue cuando empecé a tocar el bajo y creo que aprendí muy rápido sus secretos. Fue una experiencia excitante…

Matt Ward ha desarrollado una carrera en solitario muy exitosa. ¿Sigues en contacto con él?
¡Por supuesto! Aún hablamos de vez en cuando.

Después de aquella aventura musical, formaste la banda Little Wings. ¿Cómo empezasteis a tocar?
Dejamos de tocar con Rodríguez en 1998 y, en seguida, empecé a tocar y a componer bajo el nombre de Little Wings. Un proyecto empezó justo cuando finalizó el otro, así que nunca se superpusieron.

¿Cómo es el proceso de composición y de grabación de Little Wings? ¿Aún utilizas equipo de grabación analógico y tocas en directo en el estudio?
Utilizo cualquier cosa que esté disponible, puesto que no creo que haya una sola manera de hacer las cosas. Constantemente estoy buscando nuevas experiencias y nuevas maneras de afrontar la grabación de un álbum. Creo que el secreto es encontrar procesos y trucos nuevos que supongan un reto.

Los artistas acostumbran a odiar esta pregunta, pero en tu caso es algo que genera mucha curiosidad entre tus seguidores. ¿Cómo describirías tu música?
Personalmente, creo que es como embarcarse en un viaje por un paisaje de ensueño que te relaja. Me he dado cuenta de que siempre trato de poner nombres y etiquetas a las cosas que hago… hace poco decía que mi música se podría definir como “jazz hippie folk punk”. Como puedes observar, se trata de un concepto que abarca muchos géneros y estilos distintos.

«Magic Wand» es mi álbum favorito de Little Wings. ¿Qué recuerdas de las sesiones de grabación y cómo ves el disco hoy en día?
Me encanta ese álbum. Creo que es una obra muy sólida y parece que aguanta bien el paso del tiempo. Lo grabé con Lee Baggett y Calvin Johnson, además de contar con la participación de muchos amigos que pasaron a visitarnos por el estudio durante la semana que duró la grabación. Fue una época muy bonita, en la que tocábamos mucho en directo y salimos de gira por el Noroeste. Tardamos una semana en grabarlo y después continuamos la gira hacia California, donde todos vivíamos entonces. Fue un viaje de ida y vuelta, con un álbum de por medio.

Además de la música, también te dedicas al dibujo y a la ilustración. ¿Cómo empezaste en el mundo del arte visual?
Empecé a dibujar mucho antes de poder pronunciar una palabra o de escribir. Así que podría decirse que el dibujo y la ilustración me han acompañado toda la vida. Es algo que siempre ha estado conmigo.

Hablando de tu faceta artística, ¿podrías contarnos cómo es tu proceso creativo y que técnicas utilizas habitualmente?
Principalmente trabajo con tinta y acuarela. Sería difícil nombrarte todas las cosas que me inspiran a la hora de crear, puesto que hay muchas maneras de hacer una obra. Es complicado explicarlo con palabras… pero las ilustraciones pueden transmitir y reflejar cosas que las canciones no pueden, así que utilizo el dibujo para conseguir ese efecto y decir todo lo que no puedo con mis leras.

¿Te han propuesto alguna vez utilizar tu música en películas o documentales?
Sí, algunas canciones han aparecido en películas y estoy muy agradecido de que alguien decidiera incluirlas en la banda sonora. Es una buena manera para que la gente descubra tu música, más allá de escucharla en la radio del coche o en los auriculares de alguien. Me fascina la conexión tan fuerte que existe entre la parte visual y la parte sonora en el cine.

En una entrevista reciente comentaste te gustan mucho el hip-hop y la poesía. ¿Ves alguna similitud entre estos dos medios de expresión y su estilo?
¡Por supuesto! Creo que los cantantes de rap son algunos de los mejores poetas vivos de la actualidad. Puede que haya mucha gente que no se sienta identificada con su mensaje y que el contenido de sus letras les genere problemas, pero a nivel personal creo que tienes que tener en consideración el ambiente cultural y social en el que esos cantantes crecieron. No me supone ningún problema escuchar esas letras tan duras… para mi es como ver a un jugador de fútbol americano anotando un “touchdown” y celebrarlo. A la hora de escribir mis letras, me inspira la gente que puede cantar y rimar más rápido que yo. Es como el galgo que persigue a la liebre, yo voy detrás de ellos.

¿Crees que es necesario ser rebelde e inconformista para crear cosas originales en el mundo del arte?
Creo que el hecho de rebelarse contra las cosas establecidas ayuda a los artistas a crear sus propias reglas del juego, casi sin darse cuenta de lo que están haciendo. Sólo así puedes convertirte en una persona original en un mundo homogeneizado, que amenaza constantemente las diferencias y virtudes individuales. Lo más importante es conocerte a ti mismo.

A finales de junio estuviste tocando en Barcelona y Madrid. ¿Cómo fue la experiencia de girar por estas dos ciudades españolas?
Pasamos unos días increíbles y adoramos muchísimo la cultura española. Es curioso estar tan lejos de tu casa y, a pesar de todo, sentirte como si estuvieras cerca, pero en un lugar completamente desconocido. Creo que éste es uno de los grandes misterios que tiene el hecho de viajar. Además, gracias a la música tienes la oportunidad de conocer a gente fascinante o a gente que comparte muchas cosas contigo. Puede que suene tramposo, pero es una experiencia muy placentera. Tuvimos la oportunidad de visitar la casa donde vivió Salvador Dalí, al lado de la playa. Después nadamos entre los peces y vimos las hermosas profundidades azules del mar Mediterráneo, además de grandes acantilados y montañas. Quedé impresionado.

Para terminar la entrevista, ¿crees que la música o el arte aún pueden cambiar el mundo de alguna manera?
¡Sin lugar a dudas! Cada vez que montas un espectáculo o te subes a un escenario frente a gente que no conoces de nada, es como formar parte de una caravana de gitanos nómadas. El público no te conoce, pero después del concierto ya estará familiarizado con tu música. El espectáculo llega a la gente de una manera muy personal y les cambia la vida, aunque sólo sea por una noche. El clamor del público justifica la locura de los viajes, las horas de carretera y las noches de insomnio. Puede que suene tópico, pero la música nos pone de buen humor y eso, al final de todo, es lo más importante para mi.