East Bay Ray

SONRISAS QUE MATAN.

Texto: David Moreu

East Bay Ray, el legendario guitarrista de los Dead Kennedys, es un hombre inquieto que aún sueña con cambiar el mundo. No en vano, nunca ha dejado de mimar el legado incomparable de su primera banda y ahora se ha lanzado al vacío con un nuevo grupo, junto al carismático vocalista Skip McSkipster. Su nombre no podía resultar más sugerente: The Killer Smiles. Hace unos meses presentaron su álbum de debut, producido por Paul Leary de los Butthole Surfers (la misma mente que produjo la multimillonaria primera entrega de Sublime) y este título ya se perfila como una obra de culto entre los fans del hardcore de la vieja escuela. He tenido la oportunidad de hablar con East Bay Ray sobre la música de los 70, la utopía de la revolución y los himnos que marcaron una época. Sin olvidar el reto de formar una nueva banda en plena era digital.

Empezaste a tocar la guitarra en San Francisco a mediados de los 70. ¿Cómo era la escena musical en aquellos días? Supongo que la fiebre de la psicodelia de los años 60 ya se había olvidado por completo…
Había un club en Northern California que se llamaba The Mubuhay Gardens y era como el CBGB de San Francisco. Entonces estaba regentado por Dirk Dirksen, un promotor de conciertos increíble que se atrevía a poner una banda de punk, una de pop y una “art band” en el mismo cartel. No tenía miedo a mezclarlo todo. Los diferentes públicos que acudían terminaban mezclándose y la propuesta musical resultaba mucho más interesante. Pero hacia 1982 o 1983 las escenas se separaron en California y los conciertos de punk ya no tuvieron nada que ver con los conciertos de las “art bands”. También había conciertos por separado de grupos de pop y de “new wave”. Entonces la escena se volvió menos interesante.

La historia de los Dead Kennedys empezó cuando pusiste un anuncio en una revista buscando a gente para formar una banda. ¿Alguna vez imaginaste que aquel anuncio te cambiaría la vida?
Tienes razón, la banda empezó cuando puse un anuncio en una revista y también en una tienda de discos. Entonces no podía imaginar todo lo que ocurriría después. Simplemente quería formar la mejor banda de punk de San Francisco, pero aquel proyecto se fue expandiendo más allá de la ciudad y los Dead Kennedys se convirtieron en un fenómeno internacional.

¿Cómo definirías el sonido tan característico de tu guitarra? Aunque erais una banda de punk y de hardcore, te atreviste a mezclar influencias de la música surf, del jazz y del rock en vuestras canciones…
No era una cosa premeditada, seguramente surgió de la experiencia de crecer en California y de la música que escuchaba en casa de mis padres. Ellos tenían una gran colección de viejos discos de jazz, de country y de blues de los años 30 y 40. Cuando éramos pequeños, mi padre nos llevaba a mi hermano y a mi a ver conciertos de artitas legendarios como Muddy Waters, Count Basie Orchestra y Lightin’ Hopkins.

¿Qué recuerdas de la escena hardcore americana de principios de los 80? ¿Cómo eran las giras y los conciertos en aquella época?
La escena punk aún era muy “underground” en los Estados Unidos en los 80. Había una red de clubes, de fanzines y de gente con la que contactábamos para organizar los conciertos y para buscar sitios donde dormir. Había un sentimiento de camaradería y nos ayudábamos los unos a los otros.

Las canciones de los Dead Kennedys tenían un mensaje muy potente. ¿Cuál era vuestro objetivo con aquellos temas? ¿Sentíais que formabais parte de una revolución social?
El mensaje principal de los Dead Kennedys era: “piensa en ti mismo y conoce los hechos antes de aceptar una opinión”. Aunque, recientemente, he visto que la gente tiene opiniones muy poco fundamentadas sobre las cosas que suceden porque no se han dedicado a buscar los motivos. Esto me asusta un poco. La gente tiene derecho a compartir tu opinión, pero no el derecho a creer en sus propios hechos.

Hace mucho tiempo que compusisteis algunos de vuestros grandes himnos, como “Holidays in Cambodia” o “Too Drunk To Fuck”, pero siguen reivindicando cosas relevantes y suenan muy potentes. ¿Podrías contarnos alguna anécdota sobre ellos?
En la sesión de grabación de “Holidays in Cambodia” pusimos el ampli de la guitarra en una habitación de hormigón que tenía un eco muy particular. En directo el sonido era increíble, pero cuando hicimos las primeras mezclas, a nadie le gustó como sonaba. Así que me ofrecí yo mismo para mezclar las pistas y ver si aquel tema nos gustaba a todos. Aprendí muchas cosas en aquella sesión y las mezclas clásicas de “Holidays in Cambodia” y “Police Truck” que puedes escuchar hoy son las que yo hice.

Siendo de California y sabiendo que algunas de vuestras canciones han aparecido en videojuegos de skate y en varias películas del género, ¿has practicado alguna vez el surf o el skate?
He practicado más el surf que el skate, aunque, si te soy sincero, en aquellos días pasé más tiempo tocando la guitarra y escuchando música que haciendo cualquier otra cosa.

Hace unos meses salió al mercado el álbum de debut de The Killer Smiles. ¿Cómo empezó esta aventura musical?
Cuando Skip y yo estábamos de gira con los Dead Kennedys, la banda sonaba muy potente y empezamos a escribir nuevos temas. Además, los fans nos pedían material nuevo. Las canciones eran buenas y Paul Leary se involucró como productor del disco. Además de ser el guitarrista de los Butthole Surfers, también es famoso por ser el productor del exitoso debut de Sublime y de su single “Santería”. Mientras estábamos grabando, tocamos un par de canciones nuevas en directo con los Dead Kennedys. El resto de la banda está formado por Steve Wilson a la batería y por Greg Reeves, habituales de la escena de San Francisco.

¿Cómo fue la experiencia de grabar con Paul Leary? Supongo que ya os conocíais de los viejos tiempos…
Paul y yo hace mucho tiempo que nos conocemos y acostumbrábamos a salir de juerga. Algunos de los primeros conciertos que hicimos con los Dead Kennedys en Texas fueron junto a los Butthole Surfers en almacenes abandonados, ya fuera en Dallas, Austin o San Antonio. Y, evidentemente, seguimos en contacto durante todos estos años. Cuando supe que grabaríamos este disco, contacté con él, le mandé algunas canciones y se mostró muy ilusionado con el proyecto.

¿Qué podemos esperar de este nuevo álbum? ¿Qué influencias han marcado su sonido y los temas de las letras?
A pesar de que el disco tiene mi sonido de guitarra característico, las letras de Skip no están tan politizadas. Me atrevería a decir que hablan sobre creencias políticas personales y de cómo la gente se está tratando actualmente. Creo que tienen un sentido bastante poético que puede ser relevante en ciertas situaciones, de manera opuesta al periodismo, que ya está pasado de moda. Para nosotros, el nombre de Killer Smiles invoca la imagen típica del lobo con piel de cordero y de todos esos farsantes con el pico de oro. Se trata de reflejar esas máscaras que la gente utiliza para esconder sus intenciones reales con los que tienen cerca. Algunas de las canciones también hacen referencia a esta manera de fingir, como “You’re Such A Fake” y ”Raising the Stakes”. Otros temas son 100% punk, como “It’s Broken”, o se aproximan al rock más cinemático, como “Area 51” y “The Heart Is Something”. Nos hemos esforzado para que nuestra manera de acercarnos a las cosas sea más humana y menos dogmática.

Después de tantos años tocando y saliendo de gira, ¿crees que la música aún puede cambiar alguna cosa a nivel social?
Yo creo que la música puede afectar a la gente de manera individual y es allí donde los cambios empiezan a tomar forma. Pero la música no cambia las cosas por si sola, ¡es la gente quien lo hace! El cambio empieza con la manera de tratar a tus amigos, a tu familia, a tus compañeros de trabajo y a la gente que vas conociendo. Si no marcas la diferencia en esas pequeñas parcelas de tu vida, el cambio no será posible. Y puede que el primer sitio donde buscar información no sea en un disco de rock n’ roll…

Ya para terminar, ¿echas algo de menos de los viejos tiempos?
Puede que añore el hecho de que la escena estaba más conectada con la vida real y que la interacción con la gente era siempre cara a cara. No como ahora que es muy distante, con los “amigos” de Internet.